domingo, 16 de diciembre de 2012

EN LA RUTA CON DARIO FRANCO


El Mercurio" acompañó desde Santiago hasta el pueblo de Cruz Alta (Córdoba) al estratega, luego de su firma por los azules. Y anduvo 400 kilómetros en su vehículo. A corazón abierto, el DT contó el momento en que lo descubrió Marcelo Bielsa, cómo es su relación con sus padres y lo orgulloso que se siente de su hijo futbolista, a quien no le da tregua en los "picados".  ENZO GARRIDO ENVIADO ESPECIAL A CRUZ ALTA
Jueves, 13:00 horas. Darío Franco ingresa a la sala de prensa del CDA, y su cara se arruga, pero en un acto reflejo sonríe ante los miles de disparos fotográficos que recibe. Fue presentado y respondió todo lo que le consultaron. Luego dio dos entrevistas para la televisión, almorzó, conversó con funcionarios de la U y, cerca de las 18:40 horas, junto al preparador físico Pablo Sala, volvió al aeropuerto para tomar un avión hacia Buenos Aires.
"El Mercurio" lo está esperando en la puerta de embarque 18-A. Nadie lo interrumpe para pedirle un autógrafo o una fotografía. La idea es conocer al nuevo entrenador de la U y acompañarlo en su viaje de vuelta a casa.
"Está lleno, no creí que viajaba tanta gente", se lamenta al subir al avión, mientras se acomoda en el puesto 12B, justo al medio. "Estoy destrozado, fue reunión tras reunión. Conocí a un montón de gente, y tuvimos que hacer presentaciones. Hoy (el jueves) fue la conferencia y nunca pensé que vinieran tantos medios, pues en Instituto de Córdoba llega una cámara, con suerte".
En Ezeiza Franco tampoco provoca expectación. Una que otra persona lo queda mirando fijamente, pero no lo interrumpe. Hace calor, son casi las 22 horas y se registran 24 grados. El DT se toma una Sprite, antes de subir a un remís que lo lleva hasta Aeroparque, al otro lado de la capital argentina, para retirar su camioneta y volver, de una buena vez, a su natal Cruz Alta, en la provincia de Córdoba.
En su vehículo, más tranquilo, Franco por fin se relaja. A las 23:30 para en una estación de servicio. Llena el estanque y busca agua para el termo, pues "el viaje es largo y sin mate no se puede conducir".
Franco conduce con la mano enyesada, pero no suelta el teléfono. Maneja y envía mensajes al mismo tiempo. A ratos llega a los 140 kilómetros por hora, adelanta a un camión, vuelve a enviar un mensaje, y traga un sorbo de mate. No pone música, aunque reconoce que le gusta el rock argentino, pero no va a recitales. "Lo que sí hago es ver películas con la familia. Trato de ir a los estrenos, y si se me pasan los arriendo en DVD. Nada en especial, lo que vaya saliendo, pero con mi familia".
El DT habla con Mariela Pola, su esposa, con quien afina los últimos detalles del viaje que hará con su clan a Pinamar, por un par de días.
En los primeros kilómetros pregunta todo lo que puede sobre la U. Le interesa saber más sobre la hinchada, lo que ocurrió con el club en los últimos años. Interrumpe el diálogo para enviar un mensaje. Y después habla de él.
"Tengo tres hijos: Emiliano (18) es el mayor, juega de volante mixto, es derecho, le pega bien y tiene buen enganche. Ahora está en la Quinta División con Newell's. ¿Cómo juega? Guardando las proporciones, es más parecido a Juan Román Riquelme que a Pablo Aimar. El segundo es David (15), quien también juega, es centrodelantero, de buena técnica. Los dos son muy fanáticos. La menor, Camila, tiene 13 años y por ella sería futbolista también, pero la madre no la deja ni a palos, así que entró a hockey césped. Lamentablemente ellos no se van a Santiago. Una por el colegio y el mayor por el fútbol. Por eso, apenas llegue a Cruz Alta nos vamos a Pinamar de vacaciones, para compartir unos pocos días. Igual me desconectaré, pero estaré atento a todo, sin embargo, mis asistentes trabajarán un poco", cuenta.
Van cerca de 80 kilómetros y Franco no para de enviar mensajes. Luego, se acuerda del momento en que conoció a Marcelo Bielsa y se hizo futbolista.
"Mi padre jugaba y yo lo veía en la cancha. Por ahí empezó todo. Pero lo importante ocurrió en 1984, cuando jugamos un torneo en Casilda, la ciudad de Jorge Sampaoli. Ahí con "Toto" (Eduardo Berizzo, hoy DT de O'Higgins) jugamos contra Newell's. Tras el partido se acerca Marcelo Bielsa y nos dice si queremos irnos a jugar a Rosario. En ese tiempo la plata en mi casa no abundaba, pero igual mis padres me dieron la opción de que me fuera, me apoyaron. Nos fuimos. "Toto", yo, y dos hermanos cuya madre estaba con ellos y nos cuidaba como si fuéramos sus hijos, vivimos juntos en Rosario. Fue una tremenda experiencia, pues nos enseñó Bielsa".
"¿Qué si estaba loco ya? Recontraloco, ahora está calmado. No te imaginas esas prácticas, éramos pibes de 15 años y nos gritaba durante todo el entrenamiento: inútil, estúpido, idiota... Qué no nos decía para que hiciéramos los ejercicios. Pero luego, era muy cercano y le gustaba conversar con nosotros, fuimos creciendo con él. Todos saben el resto de la historia, con 'Toto' llegamos a la selección y yo estuve en Europa (suelta una carcajada). Una vez estábamos practicando tiros libres, y no veíamos a Marcelo: ¿Dónde se metió el loco? No lo pillábamos. Al fondo había unos arbustos. Ahí estaba. Sobre uno de ellos, porque ahí se veía mejor. Nos cagamos de la risa".
La madre llama
Son las 2:50 y suena el teléfono. Franco mira y advierte "es mi mamá". Y luego contesta: "Hola, Ma. Sí, ya de regreso a casa, con Pablo. Muy bien, todo lindo. ¿Lo viste en ESPN? Sí, mamá, voy bien, no te preocupes. No, no te imaginas lo que es ese predio (por el CDA). No, no conozco el de Boca, pero te aseguro que no tienen nada que ver, este es muy superior. Imaginate que es un club europeo, pero en Chile. Todo de primera. Sí, muchos periodistas en la conferencia de prensa. Sí, pero acá el desafío es más grande, es la Copa Libertadores. Es el club más grande de Chile y uno de los más importantes de Sudamérica. Dale, te quiero mucho. Sí, sí, voy bien, quedate tranquila. Mañana nos vamos a la playa. Chao, mamá".
Marta Gatti, su madre, lo sigue siempre: "A mi vieja le encanta el fútbol. ¿Qué si sabe? Na, no sabe nada (se ríe). En la familia todos somos futboleros, y a mis hijos les encanta molestarla. Un día, en una comida, le decían: " A ver, abuela, tú dices que sabes de fútbol: ¿Cómo pararías a tus equipos?" Y les responde: 4-3-1-3. Las carcajadas no pararon, los nietos molestaron toda la noche a su abuela: " Sí, abuela, sabes de fútbol y juegas con 12" . No sabes lo que fue esa comida. Ella va al estadio y grita tanto como yo cuando dirijo, le encanta". Se queda callado unos segundos y dice riéndose: "Mi mamá no sabe nada de fútbol".
"Mi padre (Nelso, sin n) falleció, pero gracias a él estoy en el fútbol. Era un delantero muy fuerte, que jugaba en Newbery (hoy es Newbery-Everton de Cruz Alta). Él era contador, en realidad no de profesión, pero aprendió de muy chico con un señor que le enseñó y se dedicó a eso. Siempre fui más cercano a mi madre, porque él era más serio, algo más frío, pero me enseñó mucho en la vida. Nos llevaba todos los años al Cosquín Folclore, un festival que se hace en una localidad de acá y siempre hemos sido muy unidos", cuenta y se toma otro mate.
Casi llegando a Cruz Alta, el cansancio se nota. "Queda menos, queda menos". "Esta es la ruta del terror, está pésima, llena de fosas", dice mientras la camioneta da pequeños saltos.
Y habla de sus pasatiempos: "Salvo el fútbol, el único deporte que me gustaba era el tenis. Tomé una clase, pero me dediqué a la pelota. Me gusta más. En Córdoba jugaba paddle , es mejor que el tenis, te exige más concentración. Pero lo que hacemos siempre es jugar un fútbol de cinco contra cinco. Lo hacemos en la casa de "Pichi" Hernán (su hermano y ayudante), él tiene una en el patio. Jugamos contra mi hijo y sus amigos, son picados a muerte. Como somos más viejos, lo único que hacemos es esperarlos, les damos toda la cancha y los matamos de contragolpe. Les llevamos seis partidos de ventaja. Se calientan mal. A mi hijo lo cago a patadas, le entramos fuerte y muchos que pierden se van ofuscados a la casa. Pescan la moto, no se despiden y se van. ¿Cuándo yo pierdo? Me voy aún más enojado, pesco mis cosas, tomo la camioneta y me voy a la mierda".
Entra el vehículo a Cruz Alta. Son las 3:25 del viernes. Un perro está en la entrada y en el centro se ve a una pareja caminando. No anda nadie. Franco hace un pequeño tour por la ciudad. El recorrido completo no dura más de cuatro minutos.
Se despide. "Me voy a casa, pues en dos horas me voy a cargar pilas a la playa, porque se necesitan muchas". Su auto desaparece. Después de eso, en Cruz Alta no se escucha ningún ruido más.
Mamá, imaginate que es un club europeo, pero en Chile. Todo de primera (...) Es el club más grande de Chile y uno de los más importantes de Sudamérica".
27 de diciembre. Ese día la U vuelve a los entrenamientos y Franco comenzará su trabajo de campo.
 

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