Simplemente "gracias y hasta siempre", es la frase que mejor resume el sentimiento genuino del hincha leproso hacia Gerardo Daniel Martino. Un señor del fútbol, un entrenador de primer nivel, un DT con una proyección incalculable, un idealista que arma sus equipos pensando en ganar y en que la gente disfrute a la hora de ver los partidos. En definitiva, un fuera de serie que volvió a su casa para dar una mano y terminó celebrando la vuelta olímpica en el torneo Final. Por todo eso, la dolorosa eliminación de anoche a manos de Atlético Mineiro y el sueño truncado de que Newell's vuelva a jugar la final de la Copa Libertadores no pueden empañar ni un poquito el extraordinario trabajo del Tata y sus muchachos.
Es cierto que Newell's llegó a Belo Horizonte con una ventaja de dos goles y la ilusión de llegar a la finalísima del máximo certamen continental ante Olimpia estaba más viva que nunca. Mucho más teniendo en cuenta el baile que le pegó al equipo de Ronaldinho en la ida en el Coloso. Pero esta vez la mano cambió y Newell's no logró sostener la diferencia. Se quedó en la puerta de la definición.
Claro que duele. Claro que martiriza. Claro que genera impotencia. Pero una mala noche en Brasil no puede borrar de un plumazo un trabajo extraordinario de un año y medio de buen fútbol, de protagonismo en todos los frentes y de plasmar la combinación exacta de efectividad y juego vistoso. Por supuesto que para la historia quedará escrito el título ganado en el torneo Final.
Martino y Newell's. Newell's y Martino. Un amor que terminó de sellarse para siempre. Porque fue el jugador que más vistió la camiseta rojinegra y que integró los inolvidables equipos campeones de José Yudica y Marcelo Bielsa. Ese número ocho de notable pegada y con una visión de juego admirable, esta vez marcó la diferencia de la línea de cal para afuera. Convenció a los suyos de que se podía jugar, ganar y soñar. Y armó por lejos el mejor Newell's de los últimos tiempos, superando el oasis del campeón 2004 de Gallego.
El Tata llegó con el equipo hundido en el promedio. Tan complicado como estaba Independiente, que ahora jugará en la Primera B Nacional. Y su mensaje fue siempre el de animarse a jugar. Así entusiasmó a sus jugadores de que valía la pena arriesgar y que la pelota lejos de ser un problema siempre es una solución.
Recuperó a Bernardi y Mateo, potenció a jugadores como Vergini, Pablo Pérez, Villalba, Figueroa y Tonso, entre otros. Se la jugó por Guzmán. Y apoyó la estructura futbolística en la notable jerarquía de Heinze, Maxi y Scocco. En su ciclo ganó más de lo que perdió. Claro que anoche la ilusión se esfumó.
El ciclo inolvidable de Martino en Newell's ya es historia. Anoche cuando ingresó al vestuario del estadio Independencia tras la eliminación sabía que era la despedida. Que ya no iba a volver a dirigir a estos muchachos y que la próxima vez que ingrese a un vestuario lo hará en otro club.
Se viene la era de Alfredo Jesús Berti. Newell's, pero antes todo el fútbol argentino le hacen una reverencia al Tata por tanto fútbol y tanta pasión.
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