El 11 de julio del año pasado, El Litoral publicaba: “Avendaño, el pilar del DT para el nuevo Unión”. Luego de dos años exitosos, en los cuales el Pata no sólo fue fundamental en el equipo que consiguió el ascenso sino también en el que se quedó en Primera con 50 valiosos puntos, llegó el momento de ejercer el derecho de la opción. Unión dio el sí, negoció, hubo idas y vueltas y al final se arregló. Avendaño se incorporó al patrimonio del club, que hizo un esfuerzo económico importante no sólo para adquirir una parte de su pase sino también para acomodarle el sueldo. Hoy, tres años después de su llegada, la realidad de Avendaño es diametralmente opuesta a lo que ocurría hace 365 días: el DT no lo quiere y tanto él como el club buscan su salida.
Llama poderosamente la atención que Sava se empecine en que Avendaño ni siquiera forme parte del plantel. Aduce cuestiones deportivas. Es entendible que no sea un jugador de su agrado, como evidentemente lo era Alexis Fernández, a quien Unión dejó libre sin haberle dado oportunidades ni mucho menos continuidad. Es posible que, por ejemplo, Sava quiera que la defensa juegue bien adelantada y, por eso,Avendaño no le sirve. O que pretenda un defensor más rápido para que ordene al equipo en el fondo. Eso se entiende. Que no lo quiera ni siquiera entrenando, es algo que, por lo menos desde esta humilde óptica, se cuestiona.
Avendaño forma parte del patrimonio de Unión y el técnico es un empleado más, con más jerarquía perouno más. Si Sava no lo quiere poner a Avendaño, está en todo su derecho. Pero que no lo quiera entrenando y esperando la oportunidad de jugar —siempre pensando que el único problema es deportivo y no de otra índole— es algo, cuánto menos, objetable.
Unión no se puede dar ciertos “lujos”. Su equipo tuvo la defensa más vencida de la temporada y se fue al descenso saliendo último en los dos torneos. Bianchi no está en el plantel, Correa tiene posibilidades de irse y apenas quedan Barisone y algunos juveniles. Avendaño tiene experiencia, voz de mando, fue el capitán del ascenso y de los 50 puntos, ¿se merece este final?
No quisiera pensar en otras circunstancias, como por ejemplo que a Sava no le vayan bien las cosas y se tenga que ir por los malos resultados (ojalá que esto no suceda). ¿Qué pasaría en ese caso?, el club se queda sin técnico y sin el “2”. Mal negocio.
Es verdad que Sava piensa en marcadores centrales y por eso apuntó a Deivis Barone. ¿Es más Barone que Avendaño?, ¿puede desprenderse así porque sí de un jugador con las condiciones del Pata?, ¿hay otro problema que no se dice, no se comenta y es tanto o más influyente que la negativa de Sava a utilizarlo por razones estrictamente futbolísticas?
Sava tiene todo el derecho del mundo de armar el equipo (los 11 titulares y el banco) con los jugadores que él cree que mejor pueden funcionar. Los dirigentes tienen el derecho —y la obligación también— de cuidar el patrimonio del club. Avendaño forma parte de ese patrimonio. Y no hay que olvidarse tan fácilmente de todo lo bueno que hizo, confiando en que puede volver a ser el que alguna vez fue.
Llama poderosamente la atención que Sava se empecine en que Avendaño ni siquiera forme parte del plantel. Aduce cuestiones deportivas. Es entendible que no sea un jugador de su agrado, como evidentemente lo era Alexis Fernández, a quien Unión dejó libre sin haberle dado oportunidades ni mucho menos continuidad. Es posible que, por ejemplo, Sava quiera que la defensa juegue bien adelantada y, por eso,Avendaño no le sirve. O que pretenda un defensor más rápido para que ordene al equipo en el fondo. Eso se entiende. Que no lo quiera ni siquiera entrenando, es algo que, por lo menos desde esta humilde óptica, se cuestiona.
Avendaño forma parte del patrimonio de Unión y el técnico es un empleado más, con más jerarquía perouno más. Si Sava no lo quiere poner a Avendaño, está en todo su derecho. Pero que no lo quiera entrenando y esperando la oportunidad de jugar —siempre pensando que el único problema es deportivo y no de otra índole— es algo, cuánto menos, objetable.
Unión no se puede dar ciertos “lujos”. Su equipo tuvo la defensa más vencida de la temporada y se fue al descenso saliendo último en los dos torneos. Bianchi no está en el plantel, Correa tiene posibilidades de irse y apenas quedan Barisone y algunos juveniles. Avendaño tiene experiencia, voz de mando, fue el capitán del ascenso y de los 50 puntos, ¿se merece este final?
No quisiera pensar en otras circunstancias, como por ejemplo que a Sava no le vayan bien las cosas y se tenga que ir por los malos resultados (ojalá que esto no suceda). ¿Qué pasaría en ese caso?, el club se queda sin técnico y sin el “2”. Mal negocio.
Es verdad que Sava piensa en marcadores centrales y por eso apuntó a Deivis Barone. ¿Es más Barone que Avendaño?, ¿puede desprenderse así porque sí de un jugador con las condiciones del Pata?, ¿hay otro problema que no se dice, no se comenta y es tanto o más influyente que la negativa de Sava a utilizarlo por razones estrictamente futbolísticas?
Sava tiene todo el derecho del mundo de armar el equipo (los 11 titulares y el banco) con los jugadores que él cree que mejor pueden funcionar. Los dirigentes tienen el derecho —y la obligación también— de cuidar el patrimonio del club. Avendaño forma parte de ese patrimonio. Y no hay que olvidarse tan fácilmente de todo lo bueno que hizo, confiando en que puede volver a ser el que alguna vez fue.
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