Los milagros existen en el fútbol. Central puede dar una cabal muestra de ello. En el mundo del revés, de un rechazo largo tuvo que ser Medina el que pudiera cortar una posible contra e iniciar un nuevo avance, luego fueron Braghieri y Valentini los que metieron la pelota en el área rival, otro rechazo, Shaffer metió el último pelotazo y le quedó a Figueroa, que esta vez sí pudo ganar, la dejó para su derecha y fusiló a Limia en el último instante de un encuentro que le fue netamente desfavorable. Así el equipo de Rivoira rescató un punto que debió ser derrota ante Unión, en el único saldo positivo de una noche para el olvido y que no debería dejar conforme a nadie.Tuvo que ser Lucho, el que venía “salado”, según sus propias declaraciones tras darle el triunfo ante Tiro de penal, el héroe de una noche que no salvaba a nadie. Al contrario, que condenaba a la mayoría a la crítica. El empate entonces maquilló un rostro feo de Central, lleno de asperezas, de imperfecciones, que se disimularán en los días que vendrán con la obtención de un punto que fue valioso en las circunstancias de anoche, donde fue sometido sin piedad en el primer tiempo, al punto de hacer demasiada generosa la desventaja mínima, ayudado por las decisiones arbitrales también (ver aparte).A los 3’, el Kily la puso bajo la suela, pensó, se la cruzó bárbaro a Figueroa pero al delantero le rebotó como en casi todo el torneo. Fue el indicio de que la noche venía como tantas otras fuera de casa, de malos presagios. Y al toque quedaron confirmados cuando Jorge Velázquez ridiculizó a Diego González por izquierda y le dio el gol a Montero.Fue un golpe psicológico, de esos que a Central les cuesta una enormidad asimilar. Tanto que a esta altura pareciera necesitar de un profesional de esas características como supo trabajar en otras etapas en el club para tratar estas cuestiones que parecen ser de autoestima, más allá de recursos futbolísticos. Porque el equipo se desordenó, regaló pelotas inocentes, inocuas, a muchos les pesó tenerla y entonces Unión hizo lo que quiso. Menos el gol. En realidad hizo dos que fueron anulados, pero bien pudo marcar otros sin polémicas y si no lo hizo también fue por decidia propia.Perdonó Unión, por eso se enojó tanto su público al final del partido (ver página 4), lleno de impotencia por los dos puntos que se le escaparon. Es que Central no pateó al arco, metió ollazos en el segundo tiempo, pero con grandes lagunas en el medio y no inquietó a Limia hasta el tiempo adicional, cuando primero se lo perdió solo Medina de cabeza y luego facturó Figueroa en el descuento.El mediocampo fue una zona de libre tránsito en el primer tiempo, apenas el Kily buscaba agarrarla, Gómez no cumplió como enganche y por los laterales no tenía llegadas, sino que se dejaban enormes huecos para exponer a Valentini (sobre todo) y Braghieri. En el complemento Unión bajó las revoluciones, los cambios al menos lo compactaron mejor al equipo y Gomito lució mejor de doble 5. Pero era poco para pensar que podía llevarse algo.Sin embargo, el fútbol siempre brinda una última chance, la tuvo el verdugo de Unión (ver aparte) y Central celebró el punto, porque sabía que debió quedarse sin nada. Cierto es que es mejor sumar en cualquier circunstancia, pero mientras no dé de una vez por todas el salto de calidad seguirá haciendo sufrir a los hinchas y dependerá de un milagro, como anoche. lLucho
La última vez que Figueroa había jugado en Santa Fe ante Unión había anotado, pero en aquella ocasión el canalla perdió en un encuentro polémico. Y anoche otra vez se hizo presente en la red cuando el duelo se moría. Fue empate para Central sin hacer mucho y otra vez el cotejo terminó en polémica con quejas de los tatengues.
La Capital.
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