miércoles, 4 de enero de 2012

RIVER: PONZIO SE DESPIDIO CON LLANTO DEL ZARAGOZA

Leo Ponzio, un jugador de nivel técnico raso pero un estupendo agregado a la embajadas de del Real Zaragoza en la últimas ocho temporadas, se despide cuando más necesario era. Capitán por derecho de veteranía y de historia -- es el futbolista extranjero que más partidos ha disputado en el equipo aragonés tras Gustavo Poyet-- ha decidido regresar a Argentina cuando su segunda (o primera) patria se desangra en la Liga, muy malherida en la trinchera donde siempre se le vio empuñando el fusil en primera línea. Su decisión ha provocado por igual respeto y dolor, e incluso ha habido dedos que le han señalado de desertor. Tomar esa decisión no habrá sido fácil para un profesional intachable con los compromisos aquiridos sobre el papel, donde la letra pequeña la escribía él a golpe de corazón en el campo. Su adiós en nada tiene que ver con la traición y mucho con un proceso de desgaste insuperable incluso para su enorme depósito de combustible físico y anímico. Se le veía ya correr y pelear en el pasto, pero arrastrando la sombra de la melancolía, alejado en ocasiones de los deberes tácticos que le hicieron imprescindible eslabón centrocampista. Se había ido hace tiempo su espíritu y quedaban huérfanos sus zarpazos. Animal competitivo de pocas simpatías para los estetas pero idolotratado por la mayoría de los entrenadores por su capacidad para equilibrar el edificio estratégico, calificarle de cobarde es un ejercicio simplista de ignorancia. Ni sus pases ni sus disparos a puerta entrarán en el museo de los recuerdos zaragocistas, y es muy probable que la memoria histórica que se ha ganado por perseverancia, títulos de relumbrón como la Copa de Montjuïc o el ascenso que se echó a las espaldas de vuelta de su país en la segunda etapa, tampoco le sirvan para sobrevir un largo tiempo en el recuerdo de La Romareda. O sí. Su fidelidad, sin embargo, no admite debates. Polivalente por naturaleza y por obligación, Leo Ponzio le ha dado lo mejor de sí mismo al Real Zaragoza. No escuece tanto su marcha como que lo haga ahora, con el equipo casi en el lecho de muerte. Pero la vida --y también su familia-- le pide regresar a su tierra natal y emprender otro combate que le reactive, la de devolver a River a la élite. Ha hecho bien el club --al margen de negociaciones pecuniarias que le siguen honrando-- en abrir la puerta a este soldado con galones morales ganados en cada metro de las batallas. Aunque este Real Zaragoza le haya susurrado desde su aliento agónico que le siga prestando sus pulmones y su entusiasmo para perseguir el milagro de la salvación, en el fondo le ha sellado comprensivo y agradecido el pasaporte para el viaje de ultramar. En la añoranza, cuando desde el otro lado se escuche un cañonazo con más puntería sonora que eficacia, sabremos que ha sido Ponzio desde el Monumental en honor de un escudo, el del león, al que entregó su salvaje juventud y su contenida madurez para ser su escudo. El Periodico de Aragón.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hace mas de año y medio que lei este articulo y puedo decir que ha sido de las mejores crònicas futboleras que leido. Saludos desde el otro lado del "charco".