viernes, 24 de septiembre de 2010

NOCHE PERFECTA


Apretó fuerte las cejas con los ojos. Con ganas. Lo sintió. Y largó el llanto. Ahí, en plena popular, la señora petisita de pelo cortito, lloró. Y eran lágrimas de felicidad. De esas que nacen en el medio del pecho y se traslada a todo el cuerpo. Como corriente eléctrica. Y terminan explotando en las pupilas. Era mamá Gloria. Esa que va todos los partidos. “Juegue o no juegue el Ramón. Pero hoy le tengo fe”, como le decía a Día a Día unos minutos antes de que arrancara el partido frente a Defensa.
Lloró también el viejo Rafael Linares. El psicólogo que tanto lo apalabró cuando la mano venía cambiada. Que cuando lo vio pelearse con un par de rivales contra el Gimnasia jujeño lo corrió de punta a punta detrás del alambrado de la cancha, para gritarle que se calmara, que se tranquilizara.
Y hubo, también, abrazos emocionados en las veredas de barrio Remedios Escalada, donde todos los negros escuchaban el partido en la vereda, con una birra que había perdido el frío e iba de mano en mano. O Bachicha que, a pesar de la silla de ruedas, tiene el aguante y la voluntad que otros no demuestran.
El culpable era él. El hijo de la Gloria de Ábila. Ramoncito. Wanchope. La Cobra. El pibe de los dos apodos. Ese negro piola. El que había dejado de jugar durante eternos ocho meses, enojado porque la anterior dirigencia no le cumplió su palabra. Y que volvió gracias a Jorge Ghiso, que lo convenció con sólo decirle “Wanssshope, te necesito”. Un pibe de 20 años con los códigos que le enseñó el barrio y la villa, donde iba a jugar para ganarse el mango. Ahí se hizo hombre.
O tal vez terminó de serlo anoche. Cuando cumplió ese deseo que era tan suyo como de los demás. Como cada hincha de Instituto que le había tomado cariño. Ese afecto especial que se le tiene a los luchadores que pierden varias batallas. Pero que siguen metiéndole el pecho a la jodida vida. Y fue anoche cuando Ramón Ábila terminó por sacarse ese mochilón que significa no haberla metido en un partido oficial con la camiseta de Instituto. Él, que tantos goles había gritado en las inferiores y en el barrio, no podía. Si hasta hace un par de semanas, en Tucumán, dejó tirado en el piso al arquero de Atlético. Y, con el arco vacío, le pegó fuerte. Pero el travesaño le dijo no. “Increíble, no se puede creer el gol que me erré”, diría después de secarse las lágrimas que escupió en un vestuario que no fue feliz a pesar de la victoria. Faltó el gol de Wanchope.
El número 20. Todo parecía encajar justo. Su partido 20 en primera. Con 20 años. Y con el casillero 20 en el vestuario. “Si meto el gol, me voy corriendo al casino”, le dijo a este diario durante la semana, cuando empezó a tantear que iba a jugar de titular. Que después de tanto esperar, iba a poder tener la 9 en la espalda. Y claro, tan así era la cosa porque Ramón nunca había jugado 90 minutos. La vez que fue titular, lo sacaron antes de que pudiera demostrar algo más que esa guapeza que lo define como tipo, y como jugador de fútbol. Y, anoche, siguiendo el presentimiento de su vieja, que estaba sentadita en la platea, corrió esa pelota como si fuera en la villa, donde no hay off side. Y un defensor se quedó y, entonces, la bocha lo acompañó mágicamente. Iban 45 minutos de un primer tiempo apático. Gris. Que pedía su final.
Pero Wanchope fue como en el barrio, donde tampoco hay árbitros que lleven un tiempo de juego. Ya estaba en el área chica, frente al arquero de Defensa. Y le salió un central en un intento desesperado. Pero Ramón enganchó con maestría. Y, en un segundo en el que se le pasó su vida enfrente, le picó la bocha a Perafán como si hubiera nacido en Brasil y no en Remedios Escalada.
La vió entrar despacito. Y cuando estuvo seguro de que era gol, desconfió. Miró al línea. Miró al árbitro. Pero sí, era gol. Su primer gol. Entonces, corrió. Se sacó la camiseta. La buscó a su vieja en la tribuna. Y lloraron juntos. Alambrado de por medio. “Esto es una alegría que no puedo explicar. Es algo que esperé mucho. Que todo el mundo me decía que iba a llegar, pero no llegaba. Y por suerte se me pudo dar. Estoy feliz. Muy feliz. Y me acuerdo de todos los que me ayudaron. Como Vitrola (Ghiso), que me fue a buscar cuando había dejado el fútbol”, dijo Ábila, cuando las luces del Monumental ya se apagaban. Pero no la suya.
Esa que hizo llorar al viejo Linares. Que hizo abrazarse con emoción a los negros, en Remedios Escalada. La noche en que la Gloria, Instituto y su mamá, fue de Ábila.
Instituto: Jorge Carranza; Maximiliano Ortíz, Facundo Erpen y Osvaldo Barsottini; Alejandro Gagliardi, Martín Zapata, René Lima y Franco Canever; Lucas Godoy; Marcelo Bergese y Ramon Abila. DT: Claudio Vivas.
Defensa y Justicia: Martín Perafán; Sergio Velázquez, Eduardo Méndez, Rolando García Guerreño y Lucas Bustos, Jorge Medina, Fernando Lorefice, Juan Falcón y Emiliano Romero; Pablo Bueno y Matías Díaz. DT: Jorge Bermúdez.Gol en el primer tiempo: 44m. Abila (I).Gol en el segundo tiempo 45m. Lentini (I).Cambios en el segundo tiempo 15m. Darío Benedetto por Díaz (DyJ); 24m. Leandro Fernández por Romero (DyJ) y Mariano Torresi por Godoy (I); 37m. Ramón Lentini por Abila (I) y 40m. Federico Silvestre por Gagliadi (I).Arbitro: Ariel Montero.Estadio: Instituto
Informe Hernan Laurino-Foto Mundo D

5 comentarios:

Anónimo dijo...

que papelon los capangas por dios

tipicos cagones q a bobatto nunca le recriminaron nada

escucharon como el estadio los silbo??

amargos al club se lo alienta con amor no con dinero

Anónimo dijo...

grande wanchope! duele el doble haber tenido que trabajar anoche, por no ver a mi gloria y por no gritar el primero de este pendejo que ama la camiseta

Anónimo dijo...

HERMOSO EL INFORME!!!!!!!!!ME EMOCIONE CARAJO VAMOS MI GLORI A QUERIDA


CLAUDIO

Anónimo dijo...

la verdad fue un resultado mentiroso y no merecimos ganar dos a cero porque defensa y justicia tuvo opciones clarisimas de gol, pero bue la victoria es importante, a mi esta dirigencia no me terminaba mucho de convencer pero la verdad es para ponerles un diez felicitaciones, ahora los de los negritos de la popular...que feito lo que hicieron...totalmente desubicado lo de las banderas y los de la comision en el cantito ese...fuera negros de mierda FUERA!!!

NICOLAS DE AYACUCHO

Anónimo dijo...

los capangas y los del rancho no existen..y tampoco existe la popular...dan angustia..si quieren a instituto haganse socios....



el_kioskero_albirrojo