Quién hubiera imaginado a ese Julio César Falcioni de habitual gesto adusto cantando como un chico, en el corazón de la cancha de Boca, el equipo que alguna vez estuvo a punto de dirigir. Ahora se tomó revancha, Falcioni. Se emocionó hasta las lágrimas, se abrazó con sus dirigidos como si él mismo fuese un jugador; y cantó las canciones de la hinchada como si él mismo fuese un hincha más.Se reía: no paraba de reír en una tarde de caluroso fin de año que es suya. Falcioni es, seguramente, uno de los principales símbolos de este Banfield campeón. Tanto como alguna vez lo fue Reinaldo Merlo para el famélico Racing cuando consiguió su primer título tras casi cuarenta años de sequía.Falcioni se sumó a los Ramón Cabrero; a ese grupo de entrenadores que se ganan un lugar en la historia de los clubes.¡Curioso destino! Hay entrenadores que se ganan en la historia más lugar que los propios dirigidos.Enojado con el periodismo –muchas veces con razón- porque leía comentarios que no favorecían a su equipo, hace unos días se enojó y estalló con un "me tienen podrido". Tal vez de tan podrido que estaba es que le salió de adentro tanta algarabía merecida.Quedará como consuelo que a los campeones siempre se los critica. Sin ir más lejos, a pocos se les dio tan duro como al Vélez que le ganó a Huracán en el último Clausura.Banfield es más que un digno campeón. Es, lejos, el mejor de este Apertura. Ninguno lo alcanzó. A Newell´s le dejó todo servido en bandeja y no supo aprovecharlo. Colón, San Lorenzo, Lanús, Independiente… ninguno supo encontrarle la vuelta.Este domingo 13 trajo suerte de la buena para Banfield. Y esa suerte tiene nombres y apellido: Julio César Falcioni.
fuente www.infobae.com
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