domingo, 16 de diciembre de 2012
PARA NAVIDAD, TODOS PIDEN BELGRANO
Será el regalo de moda en estas navidades. Y habrá que moverse hasta Alberdi para buscarlo. Porque en otro lado no se consigue. En las jugueterías de Nueva Córdoba no los van a encontrar. Y en otros barrios de la Docta, menos. Pero los pibes ya empezaron a comentarlo en los recreos en el colegio, mientras los dedos se les pegotean todos con esa factura media masticada que también tiene un poco de arena, porque se cayó al piso hace un rato.
Abajo del guardapolvo está la camiseta de Belgrano. Las mamás ya insistieron miles de veces. Pero los pibes no se la quieren sacar ni para lavarlas. Todos los benditos días van a la escuela con la de Belgrano. Es que todos quieren ser Belgrano. Todos.
Por eso los pibes piden a Belgrano para Navidad. Los críos no quieren ni PlayStation3 ni los muñequitos de Toy Story 3. Ni a palos. Los chicos te piden un muñequito del Chiqui Pérez. Porque además de pegar patadas y meter miedo en los rivales, también habla. Indica y da órdenes. Y, de yapa, te patea con clase penales como el que definió la historia anoche, en el 1-0 ante el Pincha. Con todo el peso que tenía encima caminar esos 12 pasos hasta la pelota. Para, dos segundos después, escuchar como la tribuna hierve con el “Olé, olé, olé, Chiqui, Chiqui”. Es su combustible.
O los chicos te piden un Farré. Que juega en el patio con ellos y les devuelve todas las paredes redondas. No se equivoca nunca. Jamás. Y tiene nivel de Selección. De primera línea, maestro.
Ni hablar de Juanca Olave, que viene con un manual de instrucciones para entrar en la historia. Y un libro para colorear donde obligatoriamente hay que usar el color celeste. Nada de amarillo. De rojo o de azul y blanco. Celeste, papá. Nada más que celeste.
También está el robot del Picante Pereyra, que te enseña a correr más rápido que nadie. Y funciona sin ninguna pila. Pica y pica. Y siempre tiene una marcha más para seguir adelante.
O podés desear mucho un Velázquez, con clases magistrales de pegada con la zurda. Y también de coraje. Como el Gatito Turus. Que te acaricia un par de veces pero tiene las garras listas para chorearte la pelota. Y enseñarte que para ganar primero tenés que haber perdido.
También hay un muñequito de Melano, que es el novio de las Barbies. Pero también un galán que sabe huir como nadie de los defensores que quieren cazarlo.
Las madres de los chicos que tienen problemas de disciplina también saben que viene un cuadernillo que te acomoda. Se llama el Manual Santillana “Ricardo Zielinski”. Tomo 1 y 2. Primero, para ascender de grado. Y después, para no bajar nunca más. Y seguro que también será de los que más aparecerán abajo del pinito.
Ya se pueden ir pispeando en todas las jugueterías de la calle Hualfin y la Orgaz al 500. Están ahí. Con un precio que sólo algunos pueden pagar. Porque hay que ser hincha de Belgrano. Y te hacen el descuento especial para que no salga nada. Para que te lo lleves nomás. Para tu pibe, señor. Para tu piba, señora.
Por eso todos piden Belgrano. Algunos dirán que es una simple moda. Que el año que viene habrá otros juguetes en boga en esa mágica época en que los pibes empiezan a soñar con romper el papel de regalo y descubrir que su sueño es realidad.
Otros seguirán creyendo que la única moda que nunca se pasa es Belgrano. Porque su vida siempre ha sido Belgrano. En las buenas y en las malas temporadas. Siempre Belgrano.
Todos piden Belgrano. Por la seriedad. Por el proyecto de inferiores. Por el gran Armando. Porque volvió a ser de los socios. Porque volvió a ser un club. Y Belgrano no te pide nada. Sólo que estés ahí. En Navidad. En Año nuevo. Para seguir soñando como un chico, aunque paso a paso te vayas transformando en un grande. Por eso y más, todos piden a Belgrano.
Por Hernan Laurino. Diario Dia a Dia-Foto Diego "Maravilla" Roscop.
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