No hay conqué darle. Cada vez que se enciende el juego, la CAI parece sentirse en su salsa y cuando esto ocurre parece no importar el rival, la cancha y mucho menos, el lugar que se ocupa en la tabla. La pelota bien tratada, todo lo iguala. Diego Romero, Malcorra y Loncón la rompieron ante San Martín, yendo por afuera le crearon muchos problemas a los que ya tenía el equipo de Roldán, cuestionado por su propia gente. Y en la lista de los altos rendimientos también se ubica Luis Alberto Vidal, un jugador “distinto” en toda su expresión, capaz de desequilibrar y ahora en su versión goleadora (lleva dos consecutivos y en éste campeonato festejó un doblete ante el Santo tucumano); el “Colorado” Leonardo Gil que sigue rindiendo con un puntaje que parece mejorar en cada fecha y la solidez defensiva de un central hecho y derecho como Alejandro Manchot. Se sumaron en éste caso, las incursiones ofensivas de Ponce y sobre todo, de Emanuel Morales, otro recargado para llegar a la red. El equipo se plantó como tal en el peor de los territorios, con una cancha llena de camisetas rojiblancas y se mantuvo al márgen de toda presión, cumpliendo su misión al pie de la letra. Si algo caracteriza a José Alberto Rossi es la libre expresión para abrir la cancha, utilizándola en toda su extensión; metiendo velocidad sin olvidar nunca el juego asociado. Y cuando un rival desesperado solamente considera a la CAI como un equipo virtualmente descendido termina cometiendo el peor de los pecados.
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