Central no cumplió con todos los trámites protocolares y burocráticos que requería la ocasión. Por eso no terminó escriturando en tiempo y forma la cima de posiciones a su nombre. Apenas pudo rescatar un puntito ante el endeble Guillermo Brown, que con todas sus limitaciones a cuestas le amargó la noche al pueblo canalla. Lo que pintaba para ser una jornada festiva en el Gigante, finalizó siendo una velada donde primó la impotencia y desolación.A la hora de analizar el empate sobresalen falencias que no deberían haber estado. Pero los canallas no las pudieron solucionar sobre la marcha y eso les produjo un gran daño material y emocional.Pensar que la lógica marcaba que Central se lo terminaría sacando de encima fácilmente a este limitado elenco sureño, que exhibió un pobre libreto en el Gigante, pero se volvió a su pago con el pecho inflado.En cuanto al desarrollo, el canalla apeló a su instinto natural de movida para devorarse en su hábitat natural a un rival que ofreció poca resistencia a la hora de salir de las garras canallas. Y en la primera arremetida puso entre las cuerdas a un indefenso Guillermo Brown.Ricardo Gómez lanzó un centro envenenado al corazón del área, Salinas se elevó bien y cabeceó, pero Pereyra le tapó el festejo al mandar la pelota al córner. Ricky se hizo cargo y envió un bochazo que pegó primero en Valentini y luego en el pie de Fabio Giménez, quien estaba en el suelo, y terminó durmiendo en el fondo de la red para alegría canalla. Iban apenas 11’ de acción.
El conjunto patagónico deambulaba sin rumbo y no ofrecía ese espíritu combativo que generalmente exhiben los que están heridos en su orgullo. Parecía que ya estaba decidido a tirar la toalla.Pero para sorpresa, Central no lo volvió a exigir, pese a que lo dominó a su antojo en lo que quedó del primer acto.Sin embargo, en el reinicio se encendió la alerta en el abarrotado Gigante cuando Leandro Benítez mandó a guardar un impecable tiro libre. Central había entrado dormido y en el juego de los errores propios. Y quedó inmerso en un laberinto. Algo que los de Puerto Madryn no le perdonaron.El equipo de Pizzi comenzó a mostrar síntomas de debilidades en pasajes puntuales. Como en esa acción que protagonizó Broun a los 74’ cuando intentó asistir a Lequi, pero quedó corto en su pegada. Fue entonces que Diego Giménez durmió al Flaco en el pique y terminó definiendo de emboquillada ante los tristes rostros canallas.El Gigante hervía de impotencia. Desde las tribunas bajaban reprobaciones y cánticos exigiendo a sus jugadores más entrega. Y el destino le hizo una mueca a favor cuando Medina punteó con precisión un pase de Ricky Gómez.Los últimos minutos fueron de desesperación. Y de impotencia. Central atacó con el corazón en la mano. Buscó como pudo desnivelar la balanza. Pero ya no había demasiado tiempo. Reaccionó tarde y terminó amargado. Y no solamente porque el empate lo privó de trepar a la cima, sino por lo poco que ofreció.La Capital.
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